Orden de desalojo de fundación que atiende adolescentes, jóvenes y adultos adictos al consumo de sustancias psicoactivas, abre nuevamente la discusión sobre el tratamiento que las administraciones municipales, departamentales, EPS, Policía Nacional e ICBF le están dando a este flagelo de la drogadicción.
En total son 46 personas, que desde hace un par de meses lograron ubicarse en el barrio los esteros del municipio de Aguazul, allí con mucho esfuerzo sus líderes presentaron propuesta educativa y de auto sostenibilidad al Sena, logrando que profesionales del agro les apoyen en el proyecto de granja productiva.
Haciendo uso de procesos espirituales como la religión y la oración en comunidad han venido luchando para la desintoxicación y deshabituación de la droga en sus cuerpos, sin embargo por no contar con la habilitación del Ministerio de la Protección Social como Ips para que se pueda responsabilizar clínicamente con la prestación de servicios de Diagnostico, Valoración, Exámenes, Desintoxicación, Deshabituación, servicios residenciales y de alimentación, un comité interinstitucional e interdisciplinario de Aguazul determino que era urgente desalojar estas personas de ese sector.
Perdiéndose así todo el proceso logrado por jóvenes y adultos que por voluntad propia han venido trabajando en este proceso, debido a que no hay institución alguna en el departamento que les siga prestando servicios a sus problemas de adicción y que en un centro especializado al familiar responsable le cuesta en promedio pagar entre 1.200.000 o 1.500.000 por día de atención.
Por ejemplo la solución que da la administración municipal de Aguazul en cuanto la atención para los menores de edad es que a través de las Eps busquen las remisiones con los especialistas en psicología o psiquiatría según sea la necesidad, pero la situación es que hay que esperar un promedio de un mes para poder lograr esta orden y cuando se tiene se estrellan con la realidad que muchas veces no hay contrato con este tipo de especialistas.
Mientras que el vendedor o narcomenudeo en las calles se las ofrecen a cambo de cualquier cosa y con la excusa del consumo de la dosis mínima todos ahora son consumidores habituales. Lo cierto es que no hay institución doliente que se comprometa con este flagelo y por lo visto este monstruo gano la partida. Muy próximamente estas 46 personas estarán en la calle recayendo y sirviendo de enlace para que nuestros hijos terminen en lo mismo.
