Esto será todo un cuento, apropiado para la celebración que hoy empieza, a nivel mundial.
Había una vez un reino, el más poderoso de entonces llamado UZA, con un idioma y costumbres, que los otros reinos querían imitar o aprender. Allí hubo alguien que, sin estar predestinado, logro ser rey, era la admiración de los demás.
Se trataba de Donaldo a quien llamaban el pato, por no merecer estar allí, un mercader, dedicado a sus negocios, astuto en ellos, capaz de venderle el alma al diablo, mago en comerciar, tumbar a otros, sacar provecho de sus quiebras, incluso sin tributar lo supuestamente debido, para así hacerse rico.
El pueblo de allí, sin darse cuenta practicaba un refrán popular en otro reino, de que “la buena vida cansa y la mala amansa”. Él, cuando manejaba sus asuntos, se había vuelto famoso en todo el mundo, por caprichoso, se imponía, usaba a la gente y al final simplemente les gritaba en su idioma: ¡You are fired! (Estas despedido).
Reinando, se interesó por otro pequeño reino llamado Polombia, allí, en cualquier circunstancia, obedecían sus dictados, y sus Príncipes, hacían lo que le venía en gana, como a él le gustaba, si rendir pleitesía a los lores.
Así que le pidió al diablo, con quien ya había hecho negocios, que le permitiera meterse de pato un tiempo, gobernando Polombia. El diablo aceptó. Los lores de Polombia, contaban, habían entronizado, un duque a quien sus enemigos apodaban “Chancho”, porque decían se necesitaba, en esta ocasión para gobernar todo un marrano, así la mitad del pueblo se opusiera a tal cosa.
No paso mucho tiempo, para que unos y otros, reprocharan la moda de manejar los reinos como si fueran empresas particulares, pero no sabían del entuerto.El de Polombia había capturado su Congreso y logró nombrar como Auditores, amigos suyos.
Al ver que esos pueblos se comportaban iguales y que todo lo volvían controversia, Donaldo meditaba: “Aunque el cuerpo del Polombiano, es mucho más joven, es pesado y piensa más anticuado que yo. Solo ha tenido una mujer, yo llevó tres, todas hermosas. Acá vivo cada día, rodeado de negros y amarillos, echo de menos los blancos”; así que decidió devolverse.
Ni los unos ni los otros notaron el cambio, a fin de cuentas, gobernaban con el mismo estilo. De regreso a UZA, siguió tomando decisiones caprichosas, despreciaba el concepto de sabios y maestros, en público les llamaba “ineptos”.
Se agarró con miembros de su consejo de gobierno, los reemplazaba por áulicos, o lambones que llamaba el pueblo de Polombia. Leyó “El príncipe”, se dedicó al “divide y reinaras”, o como popularmente se decía en Polombia a “maquiavelar”. Ocultaba la realidad, describía al reino, como un lugar paradisiaco.
Mentía, afirmaba sin dudar que: “así como la tierra es el centro del universo, el hombre es el centro de la tierra, y la naturaleza debe adaptarse al hombre por ello”.
Los que digan lo contrario sentenciaba: “son como todos los zurdos, malditos, los únicos buenos son los diestros”. También decía “Los problemas hay que solucionarlos, por y para ahora, del futuro se encargaran otros”.
Para tener satisfechos a los compañeros del gremio de comerciantes, les bajo los impuestos y la diferencia se la cargó al pueblo. Parte de él, hay que decirlo, lo adoraba. Y en coro decían: “Sí el rey eso decide, es por nuestro bien”. Otros pensaban lo opuesto.
De pronto, apareció una peste en todos los reinos, era desconocida y letal, él se limitó a decir: “los culpables como siempre son los de Oriente, no se preocupen, queda muy lejos, así que al reino nunca llegara”.
Los letrados, se intranquilizaron, unos decían, que esa enfermedad “se había trasmitido de los chanchos, al hombre y que del hombre pasaría a la economía. Y les pregunto. “Ustedes que recomiendan?”. Le contestaron: “Por ahora, hacer cuarentena y como poco sabemos, taparse boca y nariz, para que no entre al cuerpo, con un utensilio ya inventado, que mucho ayudaría”.
Le pidieron un bando que hiciera obligatorio el uso de ese objeto. El Rey, entonces soltó una carcajada, diciendo: “All this is crazy” (“Todo esto es una locura”), agregó furibundo: “lo que ustedes pretenden es que me calle el pico” – como aprendió, se decía en Polombia- y empezó como graznando cosas sin sentido.
Permanentemente salía, no daba ejemplo del uso del artefacto, se lo quitaba para poder vociferar. La peste al reino llegó, su gente era la que más se contagiaba y moría.
Todos sus habitantes, estaba muy tensos y como se acercaba una famosa celebración, practicada en casi todos los reinos, la permitió en el suyo y de nuevo todos a la calle.
La gente feliz, por fin había una fiesta, en el idioma de ese reino se decía “All Hallows ‘evening”, Hallowe’en , una contracción de “noche de los santos”, o “víspera de todos los santos”.
Contaban, que los antepasados visitaban a sus descendientes, por eso también lo llamaban “día de los muertos”, que se confundían con los vivos, que parecían como los “zombis” en tal idioma. Todos hacían faroles con calabazas, y dentro colocaban, una vela, para alumbrarles el camino y que no se perdieran.
Para otros, era la cabeza de alguien, que necesita que le alumbre, y las llamaban cabezas de Jac, un vivo, que, según una leyenda de irlandeses, había engañado al diablo dos veces, para que no lo persiguiera, y desde la primera se atrevió a decirle “¡Trick-or-treating!”. (Truco o trato). Así que, si les llegaba a preguntar por esos extraños objetos, ellos responderían “Tu que desciendes de ellos, deberías saber que es la cabeza de Jacobo – el dios que nos protege- y es nuestro homenaje”.
El rey al saber de la burla, montó en ira y como decía una sabia de allí, quien decide con colera asno se volverá. Salió y ordenó apagar todos los faroles y el mismo dio ejemplo, empezando a resoplarlos.
Hasta que sucedió lo impensable, el reino quedó a oscuras, sin rumbo ni liderazgo. El vociferaba: “¡They are fiered, They are fiered! (¡Están despedidos, están despedidos!). Y desde la oscuridad en coro el pueblo, le replicaba una y otra vez, “¡Trick-or-treating , Trick-or-treating!” (Truco o trato, Truco o trato).
Al llegar la luz del amanecer, ya no se le veía por ningún lado. El pueblo de UZA, se había dado cuenta, que en sus manos había estado la solución. Mientras tanto, desafortunadamente continuaba, el intrascendente duque, gobernando en Polombia.
Miguel Alfonso Pérez Figueredo
