Un incendio devastador en el complejo residencial Wang Fuk Court, en el distrito Tai Po de Hong Kong, se convirtió en la peor tragedia de su tipo en décadas. El fuego, que comenzó la tarde del miércoles 26 de noviembre, se propagó con tal rapidez que hasta hoy las autoridades reportan al menos 128 personas fallecidas, decenas de heridos y un número todavía incierto de desaparecidos.
Las torres del complejo estaban envueltas en andamios de bambú con redes y lonas protectoras debido a renovaciones en curso, lo que, según las primeras investigaciones, contribuyó al catastrófico avance de las llamas. Las autoridades señalaron fragmentos de bambú, materiales altamente inflamables en las fachadas, así como aislamiento de espuma plástica (foam boards) y mallas plásticas como factores decisivos en la aceleración del incendio.
La irrupción de este tragedia reaviva un debate profundo: en una ciudad donde el uso de andamios de bambú aún es común, una práctica tradicional que se extiende por siglos en Asia, muchos cuestionan su conveniencia en el contexto de edificaciones modernas. El gobierno local ha señalado que el fuego multiplicó su impacto debido a la estructura de bambú y dijo que es “imperativo acelerar” la transición hacia andamios metálicos en todos los proyectos constructivos de la ciudad.
Algunos expertos en seguridad estructural y bomberos advierten que, aunque el bambú puede cumplir con normas mínimas, su resistencia al fuego es inferior a la de los andamios metálicos, sobre todo si se combina con recubrimientos y materiales externos inflamables. A ello se suma el antecedente, entre 2019 y 2024, de 22 trabajadores muertos en accidentes relacionados con andamios de bambú, lo que había motivado ciertas medidas de prevención, aunque sin prohibición total.
