Desde el ángulo que se lo mire, el centro de reclusión de Bellavista es la mayor vergüenza del tema carcelario en Antioquia, así lo afirma Jorge Carmona, defensor de Derechos Humanos de los reclusos en el departamento, quien no tiene ningún reparo en decirlo.
Las cifras hablan por sí solas: en una cárcel que fue construida en 1976 para albergar 1.700 presos hoy viven 4.705, hay 40 guardias por turno -uno por cada 117 internos-, el patio 5 está cerrado desde hace tres años y en el 4 viven 1.700 reclusos vigilados por un solo dragoneante
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Pero más allá del hacinamiento, problema del que no se salva ninguna cárcel colombiana, lo más grave de Bellavista son las condiciones infrahumanas en las que viven los reclusos.
Carmona denuncia que el centro penal del norte del Valle de Aburrá, que ya cumple 41 años de uso, se está cayendo a pedazos. Además, la alimentación es pésima, los internos no tienen dónde dormir, no hay doctores ni enfermería y no se consigue “ni una pastilla para un simple dolor de cabeza”.
