Mother and son using laptop at home
Al finalizar o comenzar el año, algunos sectores de la productividad y la economía publican informes que dan cuenta sobre ganancias y pérdidas; mientras otras inversiones no son dadas a conocer a pesar de ser una obligación del Estado, pero que fueron cubiertas por trabajadores públicos y privados.
Para citar un caso particular y concreto, tenemos que en Colombia hay 315.971 docentes, según artículo del diario El Espectador del 5 de octubre de 2013, por lo que el número de profesores al servicio de la educación puede ser superior; y en ese sector, hay una inversión muy importante que de pronto la sociedad y el gobierno nacional no reconocen.
Cabe recordar, que sin que existiera ningún plan de contingencia curricular, profesores, padres de familia y estudiantes, a comienzos de marzo de 2020, fueron notificados que por efectos del aislamiento social por pandemia covid 19 los programas educativos pasaban de presencialidad a virtualidad, generándose entre otros, dos aspectos importantes que se analizaran a continuación.
El primer análisis: cada profesor debió invertir en la consecución de un plan de conectividad mínimo de $60.000, lo que, multiplicado por 315.971 docentes, equivaldría a un valor mensual de $18.958.260.000; pero como esa inversión se hizo desde marzo hasta diciembre, la cifra cambia a $189.582.600.000, que es un costo muy importante, y que de pronto el gobierno en general y la sociedad no reconoce este aporte al sistema educativo.
Pero este valor puede ser superior, porque generalmente cada docente costeo la conectividad y su plan de celular, que lo utilizaron para buscar sin descanso padres de familia y estudiantes de domingo a domingo y hasta de noche para que cumplieran con los programas curriculares. En esa loable función, algunos docentes fueron objeto de halagos por padres de familia; pero también, de insultos e incomprensiones por el cambio del modelo presencial a la virtualidad.
El segundo análisis: pudo evidenciarse una falta de planificación o de contingencia por parte de autoridades a nivel nacional, ante el intempestivo paso de la presencialidad a la virtualidad, lo que obligo sobre la marcha a preparar guías, dictar clase, revisar talleres, la educación física virtual; sin olvidar que debían comunicarse con algunos estudiantes que solo tenían acceso a celular hasta alta horas de la noche cuando llegaban los padres de familia.
Entretanto, desde esta columna, se hace un llamado a la reflexión, valoración y al respeto por la noble función humanística de los docentes, quienes sacaron a relucir su vocación de servicio; sin olvidar que la pandemia aisló la sociedad, pero no a la cultura y afianzamiento de saberes. Para todos los docentes, una feliz navidad y un próspero año nuevo.
Pedro Nel Pinzón G.
