
En solo una generación pasamos del respeto a la ley y las autoridades a su desdén. La intolerancia, la justicia por cuenta propia ante la ineficacia institucional es cada vez más frecuente. Erróneamente creemos que en la nueva constitución solo existen derechos, quizás porque solo un artículo se refiere explícitamente a los deberes ciudadanos. Creemos que hay una nueva serie de derechos, como los de: apropiarse de lo público, aprovecharnos de los demás, irrespetar las autoridades etc, etc., pareciera que la norma ahora fuera: “Cualquiera es libre de hacer lo le venga en gana mientras no sea sancionado”. Los políticos, gobernantes, autoridades y nosotros los “ciudadanos” entre comillas la practicamos a diario. La autodeterminación en caso de ausencia de autoridad es negativa. Por eso vivimos pidiendo más Policías, sin entender que solo es parte de la solución. El resultado, un día le toca a uno otro a otros. Es la crisis de valores que se refleja en todo, por supuesto en lo económico ya que cualquier cosa se encarece y así es muy difícil competir.
Tomemos solo un ejemplo de “micro-extorsión” otro nicho de actividad de las BACRIEM, cuyo caldo de cultivo es precisamente la “acultura de la ilegalidad”. Nadie puede trabajar en el espacio público sin hacer ciertos pagos además de lo legales; en últimas además de pagarle al Estado, hay que darle al “duro” y al funcionario corrupto para que no lo cambie de puesto. “No sabe si es mejor pagar arriendo” comentó uno de ellos. En el posconflicto el tema es crucial, de nada serviría salir de una violencia de grupos armados que combatían al Estado, para caer bajo las garras de las BACRIEM y la de los carteles de funcionarios corruptos, que son de lo peor ya que forman parte del Estado. Que hacer sí de la materia no hablan en la campaña los candidatos, ni figuraría en la agenda de los próximos mandatarios. 1) Debemos visibilizar el tema en los foros en que participen ellos. 2) Que ellos hagan compromisos a l respecto.
En Palermo Italia ciudad de origen de la mafia, un Alcalde LEOLUCA ORLANDO en el 2.000 ante ese imperio de infamia, propuso lo que parecía imposible cambiar la mentalidad de sus habitantes para que practicaran colectivamente lo que llamó “ cultura de la legalidad”, respeto a la ley y las autoridades por parte de los ciudadanos y por parte de aquellas respeto a la ley y a los ciudadanos. También expresó: “Es una carreta de dos ruedas no funciona la una sin la otra” . Consideró fundamental la participación de los docentes y la iglesia católica , en su programa de gobierno todo gravitaba en torno a ella. Si son más los que la practican, los anormales serán la minoría algo inverso actualmente donde a los legales se las tacha de ingenuos o de tontos. Parecía más un filósofo, un pedagogo, que un político. Convenció a la mayoría del error de ser creyentes pero no practicantes. Descendieron drásticamente los índices de homicidios y de corrupción, la ciudad logró certificarse internacionalmente, aparecieron nuevos inversores. Hoy en día se ha pedido el premio Nobel para él y merece respeto a nivel mundial. Seamos conversos de su doctrina y ejemplo.
MIGUEL ALFONSO PERÉZ FIGUEREDO