
Colombia oficializó su adhesión a la iniciativa de cooperación internacional conocida como la Nueva Ruta de la Seda, impulsada por el Gobierno de la República Popular China. El anuncio fue realizado tras el encuentro entre el presidente Gustavo Petro y su homólogo Xi Jinping, en el Gran Salón del Pueblo, en Pekín.
El acuerdo, firmado durante la visita oficial del mandatario colombiano a China, representa un paso estratégico en la política exterior del país. Sin embargo, el Gobierno ha aclarado que no se trata de un tratado ni de un memorando de entendimiento con efectos jurídicos. Según explicó la Cancillería colombiana, el documento suscrito es de carácter no vinculante y establece una hoja de ruta para la colaboración bilateral, con proyectos que serán evaluados de forma individual por ambas naciones.
El plan de cooperación establece cinco ejes clave de trabajo:
- Transición energética
- Agroindustria
- Reindustrialización del sector salud
- Inteligencia artificial e infraestructura tecnológica
- Movilidad
Además, se contemplan mecanismos de financiamiento en condiciones concesionadas y formas de cooperación no reembolsable, lo que podría traducirse en apoyo técnico y económico para proyectos estratégicos.
Pese a la relevancia del anuncio, gremios como la Cámara de Comercio Colombo Americana (Amcham), la Asociación Nacional de Empresarios (ANDI) y Fenalco han expresado preocupación por la falta de detalles del acuerdo y solicitaron mayor claridad sobre sus implicaciones antes de la firma. Algunos sectores han calificado la decisión como «inconveniente» por su posible impacto en las relaciones comerciales con otros socios internacionales.
Con esta decisión, Colombia se convierte en el país número 23 de América Latina y el Caribe en sumarse a la Nueva Ruta de la Seda. De los 26 estados soberanos de la región con relaciones diplomáticas con China, solo Brasil, México y Panamá permanecen fuera de esta iniciativa